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Dicen que me dio un infarto y debe ser cierto a juzgar por la carajera que se montó a mi alrededor el día de autos, sábado para más señas, en urgencias de San Roque Maspalomas. 

A pesar de las caras y las urgencias, nunca sentí la cercanía de la parca, ni mucho menos divisé la figura umbrosa del barquero Caronte esperado en el pantalán de la laguna Estigia. Debe ser que mi madre tuvo algo más de tino que la de Aquiles al protegerme, porque a pesar de haberme tocado primero el talón, más tarde el espinazo y ahora el motor de la vida, sigo aquí, relatando la experiencia.

Sé que estuve cerca, porque me lo dicen los síntomas y los indicadores, pero en mi fuero interno sabía, que a mi blog le quedaban más entradas y más recetas.

Yo sentía, en lo más profundo de mi músculo cardiaco que, si mi hermano había superado una operación a corazón abierto, yo no iba a rendir por tres muellitos de mierda. En esta batalla personal de mi corazón con la medicina hubo un tiempo para la preocupación otro para la aceptación y otro para la respuesta, algunos muy divertidos.

Por razones de tiempo y espacio y porque siempre sientan mejor unas risas, me detendré en los que me parecieron entre lo divertido y lo surrealista 

EL INGRESO. –

La primera sorpresa es cuando, ya dentro de Urgencias, viene un médico y te dice:

-No sabemos si ingresarlo aquí o derivarlo al Hospital insular, pero de momento no duerme en su casa y ahí es cuando recuerdas la misma sensación del día que te montaron en un tren, con destino a Cerro Muriano sintiendo que no había vuelta atrás, con la diferencia de que ahora, el final del trayecto era incierto y sin órdenes militares.

Allí mismo, meten tu ropa en una bolsa y te dejan en calzoncillos cubierto por una bata de friselina color azul ridículo y montado en una camilla.

Es ahora cuando comienza la parte más humillante:

EL DESPOJO (entrada en la UCI).- Una enfermera, armada de tijeras, empieza cortar la bata y destroza lo que hace unos minutos era un cobertor nuevito. A continuación, dos enfermeras al alimón te despojan de tu penúltimo resto de dignidad, los calzoncillos.

Allí, encima de una camilla que se te antoja una mesa de tortura, tapado con una sábana, te arrancan lo mas preciado en ese momento, tu cordón umbilical con el exterior, tu móvil.

Para acabar de arreglarlo, aparecen unas muchachitas vestidas de blanco que después de comunicarte su nombre en plan;

  • Hola, soy Laura, Lorena, Rita, Cinthia, Chi o Isabel y soy su enfermera, para inmediatamente llenarte de agujas y dejarte como el costurero de Carolina Herrera

Junto con ellas, hay otra u otro, con uniforme color vino, que parece ser la jefa o el jefe y resulta ser el médico de turno, cuyos nombres pueden ser Estefanía, Paula o Carlos.

Bromas a parte les reconozco a todos y a todas un valor y una profesionalidad fuera de toda duda.

LA REPARACIÓN.- Intentaré resumir el proceso, para no correr el riesgo de convertir este post en un tratado sobre mi corazón, nada romántico, el caso es que tenia algunas arterias en mal estado y debían ponerle remedio. Esto incluía el traslado hasta la Unidad de hemodinámica, en las Palmas de Gran Canaria, a 56km, en ambulancia, tumbado en una camilla y en contra del sentido de la marcha, que para mi es como doblar la punta de la isleta acostado en la proa de cualquier ferry, por muy grande que sea.

La cosa estaba prevista para un martes por la tarde, pero sin previo aviso, el lunes por la mañana, mientras desayunaba, vino alguien y me dijo:

  • Eso es lo último que va a comer hoy, porque lo vienen a buscar para hacerle un cateterismo.

Mi primer pensamiento fue:

  • Si han adelantado la prueba, tengo que estar peor.  

Aunque la aclaración vino rodada con un escueto, es que apareció un huequillo, (organización con precisión suiza)

La palabreja en si ya asusta, aunque después de haber pasado por  la experiencia les diré que no es nada del otro mundo y merece la pena el mal momento que se pasa tumbado boca arriba y con la nariz trancada.

La intervención no sé cuánto duraría, pero transcurrió entre expresiones como, no pasa, dame una de tres por dieciocho, coge la pistola, vale, okey limpien un poco esa sangre para que no se asuste este hombre, amén de algunos comentarios sobre apetencias gastronómicas del personal.

Es lo que tiene la anestesia local, te enteras de todo.

El partido se saldo con el resultado:

Stent 3 Antonio Santana 0

De ahí, un corto traslado hasta la UCI, en silla de ruedas, por una angosta rampa incluyendo obstáculos en forma de bolsas de basura, que mi amable porteador, salvó con gran profesionalidad.

Allí, en la UCI, me instalaron en una camita que me quedaba estrecha de hombros y corta de piernas, que aprendí a regular al tacto, porque tenía los mandos por fuera, a la que acabaron quitando el pie para que pudiera estirar mi cuerpo.

El plan era pernoctar en la capital y regresar al sur la mañana siguiente, por lo cual atendieron mis necesidades alimenticias y si dispusieron a dedicarme sus cuidados.

En ello estaban cuando, a eso de las once de la noche, pareció el personal de la ambulancia, explicando que mi seguro había ordenado el traslado al sur, esa misma noche. Como ven, lo de la precisión suiza, seguía funcionando.

Resumiré diciendo que, con el mismo buen trato, llegue a mi UCI de origen y en las horas siguientes, me fueron despojando de todo lo pinchado, me devolvieron mis pertenencias, incluidos móvil y calzoncillos y me trasladaron a una habitación. Como me dijeron que me trasladaban a “planta”, ya me veía colgando de un árbol cual mandril zaireño, pero no, se trataba de una habitación con todas las comodidades.

Fue ahí donde conocí a otras personas, entre las que estaba David, el origen de mi premura en acabar este post, dejando la receta para más tarde.

Encontrar a una persona tan joven, con ganas de leer y que encima te de su opinión sobre lo leído, le devuelven al más remiso, las ganas de escribir.

A David… Y al resto de personas que velaron por mi salud, gracias por todo.

LA RECETA. – ENSALADA TIBIA DE LENTEJAS CON JARRETE Y BOLETUS.- A Jose Miguel, mas que mi cardiólogo, mi amigo.

Viene a ser algo así como una vinagreta, pero con la particularidad de ser tibia.

Para el engendro hacen falta los siguientes INGREDIENTES:

1/4 Kg de lentejas tipo Lanzarote, aunque si las consigues originales, merece la pena el gasto, porque el terreno volcánico aporta un sabor único a cualquier producto,

1/2 kg de jarrete de vaca o la parte baja de una pierna de cabra, Importa mucho la cantidad de gelatina que contenga la carne. Tambien

200grs de Pimiento asado.

3 chalotas o 1 cebolla roja pequeña.

2 Boletus grandes.

2 huevos duros

2 Hojas de Laurel

1 Rama de hierbahuerto

3 Ramas de perejil

1 Vaso de aceite OVE

1 Lima

1 cucharadita de Pimienta negra molida

Sal

1 Cabeza de ajos

4 Clavos de olor


Guisar las lentejas con un trozo de pimiento, sal, una hoja de laurel y la cabeza de ajos, previamente soasada. Evitar que las lentejas se desarmen. Una vez guisadas, parar la cocción con aguan bien fría, escurrir y reservar.

Guisar el jarrete en olla de presión, al menos 40 minutos, con la rama de hierbahuerto, el laurel y los clavos de componer, también puede ser en corte ossobucco, para aprovechar el aporte de sabor del tuétano. Deshilachar sin quitar el colágeno y reservar atemperado. Tiene que quedar muy bien guisado, para que el colágeno se impregne en la fibra y la textura sea casi la de un paté.

Cortar el pimiento, la cebolla y los boletus, en mirepoix, que por si no manejas la terminología, son daditos de 1cm o 1,5cm.

Poner en una sartén la mirepoix (pimientos, chalota y boletus) con 4 cucharadas de aceite y saltear , añadiéndole los dientes de la cabeza de ajos guisada, sal y pimienta. El salteado debe quedar al dente.

Poner en el fondo de un bol la sal, la pimienta, el jugo de la lima, el aceite OVE sobrante y remover con un tenedor. Añadir el salteado, la carne desmenuzada, el huevo duro picado y a continuación las lentejas.

Remover suavemente con una cuchara y servir espolvoreándole por encima perejil fresco picado, al gusto.

 

En un hospital de Filadelfia, primer mundo, un grupo de recién nacidos, sirven de conejillos de indias, para intentar demostrar que la música mitiga el dolor de los pinchazos indispensables para vacunas y análisis. La cosa consiste en hacerles escuchar música, mientras el personal sanitario utiliza sus talones como personal acerico. Mientras, en una ambulancia de la franja de Gaza, una niña de apenas un año, intenta olvidarse del dolor de sus heridas, escuchando una sinfonía macabra de bombas, granadas, obuses y yo que se cuantos artilugios de destrucción selectiva, que occidente ha vendido a sus particulares genocidas.

Mas abajo en el mapa, en el centro de África, una personita de, mas o menos, la misma edad, tiembla de miedo y dolor mientras espera, aferrada a la ropa de su madre, el fatal machetazo de una tribu vecina, que haga innecesaria la preocupación de los hipócritas, por la desnutrición de las criaturas del tercer, cuarto o quinto mundo.

Este relato introductorio, que parece sacado de una novela negra, es la cruda realidad, el día a día de este mundo loco en el que nos encontramos atrapados.

En los tres casos, habrá personas con deseos de contarlo, pero también para ellos o ellas, el trato será distinto. Mientras que quien cubra la noticia del hospital, tendrá las puertas abiertas para difundir un logro de tal magnitud, a quien tenga la osadía de intentar contar la verdad sobre Gaza la despachará un francotirador judío con una 7,62mm, disparada por su Galil de reglamento.

En el caso del país centroafricano, ni si quiera hay corresponsal que pueda contar el contubernio de cualquier multinacional de las telecomunicaciones con los señores de la guerra de tal o cual tribu.

Sea como fuere y en cualquieras de los casos, es la infancia la gran perjudicada en cualquiera de los conflictos o de los experimentos ideados por adultos con cualquier excusa.

Es triste que, en los dos últimos casos, todas las víctimas tengan el nombre genérico de “Daño” y que su apellido sea “Colateral”.

Hasta para ser víctima de una guerra, el lugar importa. No es lo mismo una niña gazatí que una niña ucraniana, ni si quiera para migrar. Mientras que la primera tendrá que enfrentarse a miles de dificultades, añadidas a la posible pérdida de sus progenitores, a la segunda se le abrirán las puertas de media Europa, argumentando que, como decía un migrante caribeño, los ucranianos son “blancos y rubios como nosotros” y me lo dijo precisamente a mí, que soy español, cuarterón de árabe, aborigen canario y portugués.

Lo mas grave es que por encima de lo injustas que son las guerras, está la ideología de quienes las generan y los intereses que hay detrás de ellas.

La prueba más evidente de que Rusia, Ucrania o Israel, en particular, no quieren acabar con las guerras que tienen entre manos, esta en el último acontecimiento bélico del ejército sionista:

Un dron, ha liquidado de forma casi quirúrgica, al número 2 de Hamas Saleh al-Arouri. Netenyahu y el Mossad, saben, con pelos y señales, donde están los líderes de la organización y pueden acabar con ellos cuando quieran. Si hasta ahora se han dedicado a masacrar al pueblo palestino, será porque es eso precisamente lo que quieren hacer. Y quienes apoyan este genocidio, son cómplices, ¡Que no me estén jodiendo!

LA RECETA.-

Codillo de cochino en salsa con puré de papas y calabaza

De la partitura culinaria de fin de año quiero rescatar, por algunos elogios recibidos, esta andante articulado sobre almohadilla de fécula y cucurbitácea.

LOS CODILLOS

Para contentar el estómago de tres personas, tuve que hacerme con los servicios de:

3 Codillos de cochino, sin piel.

½ Cebolla

½ Pimiento

2 Ramas de apio

2 Ramas de hierba huerto

1 Zanahoria

3 Dientes de ajo, grandes

½ Litro de cerveza.

Sal

Pimienta negra molida

Agua.

Lo primero fue salpimentar los codillos y pasarlos por la sartén a fuego fuerte para sellar la carne.

A continuación, acompañados de los vegetales, la cerveza y el agua, anduvieron en sauna a presión durante 40 minutos. Ahí toco despegarlos del hueso con cuidado, para que quedaran lo mas enteros posibles y ponerlos en una bandeja apropiada. Mientras tanto, el caldo resultante seguía hierve que hierve, con todas las verduras hasta quedar reducido a una melaza con tropezones irreconocibles. En ese momento tocó meter la batidora en el caldero reducirlo todo a una salsa de color marrón-dorado, con la que cubrí la carne de los codillos.

EL PURÉ. –

3 papas grandes

300 grs de Calabaza

100 grs de queso azul

Sal

Nuez moscada

1 cucharada de Salsa

½ Cucharada de Salsa Sriracha o similar

Una vez sancochadas las papas y la calabaza, le di una buena paliza en el pasapuré y les agregué sal, nuez moscada molida y la salsa Sriracha (es picante, ojo)

(Atajo) Si te quieres ahorrar el sancochado de las papas, usa dos sobres de puré de papas Maggi y le añades 600cc de leche caliente, junto con la calabaza guisada, la salsa sriracha y el queso Roquefort

Imaginen el resultado, porque con tanto trajín, no estaba yo para fotos.

Hoy quiero dedicarle unas lineas a su singladura parlamentaria, asistido por una tripulación mas parecida al camarote de los hermanos Marx que a un partido político. A ellos y ellas, los entiendo, aunque no los justifique. Son lo que son y por eso actúan así, con el beneplácito de unos medios de comunicación empeñados en confeccionar una simetría imposible entre el fascismo de Vox y las ideas progresistas de la izquierda. Nada menos equidistante que los adoradores de un dictador y los que intentan mejorar la vida de la mayoría de españoles.

A usted, no. Ni puedo, ni quiero entenderlo, porque usted, abusando de su experiencia y su capacidad para manipular el discurso, nos a querido meter, al mas puro estilo de extinto Maradona, un gol con la mano, aunque en realidad ha sido un tres en uno.

Usted es un tramposo consciente, lo que equivale a decir que es un trilero.

Con un afán de notoriedad que asusta, se presta a la pantomima de una moción de censura con la que pretende salvar a un país que, gracias al esfuerzo de mucho y muchas, está a salvo. Líbreme el cielo de los salva-patrias como usted, soldados de fortuna devenidos en filibusteros.

Con muy mala hebra, se dedicó a hacer énfasis sobre una lista de desgracias patrias, para intentar borrar lo conseguido y las dificultades para lograrlo, pero sin hacer una sola referencia a las medidas que según usted, deberían aplicarse, o sea, su programa.

Vuelve a intentarlo cuando, para blanquear la dictadura franquista, sitúa el principio de la mal llamada guerra civil, en el año 1934.

No fue una guerra civil, fue un golpe de estado que triunfó gracias al apoyo del fascismo creciente de Adolfo Hitler y Mussolini, convenientemente forrado con los dineros de cierto banquero mediterráneo y el oro requisado “voluntariamente” a cientos de miles de españoles.

En su ánimo de seguir blanqueándola, intenta convencernos de que no era un enfrentamiento entre buenos y malos.

Si quiere, podemos analizar los motivos por los que un pueblo, hasta los mismísimos de ser avasallado, se subleva y la emprende con los causantes de su desgracia.

En el colmo de la desfachatez, intenta, ningunear el sufrimiento causado por la dictadura, renunciando al suyo propio, con tal de justificar la sinrazón de esta moción de cesura, que roza el esperpento. Convirtiendo una acto serio de la liturgia parlamentaria en una ceremonia de la confusión.

No consiguió su objetivo, de lo cual me alegro, pero también soy consciente de que algunas mentes a las que consideraba preclaras, están al borde del abismo neuronal y en eso perdemos todos.

En su caso no supone una sorpresa, porque algunos y algunas llevamos el tiempo suficiente en España, para tener conocimiento de sus veleidades ideológicas y, en ese salto al vacío desde el PCE al ventorrillo de Abascal, han quedado por el camino personas tan honestas como Juan Barranco.

Haga, si es que puede, un ultimo esfuerzo de cordura y ponga mas atención:

Mire vuestra merced que aquellos que allí se aparecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino. (Fin de la cita)

¡Oiga, tremendo revuelo el que se armó con la cancioncita!

Creo que la mayoría estará de acuerdo en que el origen de la música es el folclore de los Askenazis que, en contra del parecido fonético, no tiene nada que ver con los nazis- Se conoce como Askenazis a la comunidad judía de Europa central.

El caso es que por mor de las migraciones llega a Estados Unidos y se graba por primera vez en 1919. Ahorraré los nombres de autores, discográficas y demás etc., porque no es el objetivo de este post.

Lo cierto es que, también por obra de las migraciones, la pegadiza tonada, acaba en los campos de cultivo de Italia donde dicen que la tarareaban las mondinas o trabajadoras de los campos de arroz en el norte de Italia y de ahí a convertirse en himno de la resistencia italiana conocida como Resistenza partigiana, fue cuestión de tiempo.

Hasta aquí la música pero, ¿Qué pasó con la letra?

Nadie se pone de acuerdo sobre la autoría de la letra, pero ahí está y habla de lo que habla.

Me he permitido la licencia de elegir una traducción al castellano lo mas fiel posible a la original italiana.

Como verán y lo digo con toda la carga irónica de que soy capaz, la letra tiene un sesgo político horripilante.

Allá va:

Traducción del ‘Bella Ciao’ al castellano: ‘Adiós bella’

Una mañana me desperté.

Adiós bella, adiós bella, adiós bella, adiós, adiós.

Una mañana me desperté

Y encontré al invasor.

¡Oh! Partisano, llévame contigo.

Adiós bella, adiós bella, adiós bella, adiós, adiós.

¡Oh! Partisano, llévame contigo

Porque me siento morir.

Y si yo muero de partisano.

Adiós bella, adiós bella, adiós bella, adiós, adiós.

Y si yo muero de partisano

Tú me debes enterrar.

Enterrar allá en la montaña.

Adiós bella, adiós bella, adiós bella, adiós, adiós.

Enterrar allá en la montaña

Bajo la sombra de una bella flor.

Y la gente que pasará

Adiós bella, adiós bella, adiós bella, adiós, adiós.

Y la gente que pasará

Me dirá ¡qué bella flor!

Y ésta es la flor del partisano,

Adiós bella, adiós bella, adiós bella, adiós, adiós.

ésta es la flor del partisano,

muerto por la libertad.

Y ésta es la flor del partisano,

muerto por la libertad.

Observen que, además de Bella ciao, la palabra que mas se repite es Partigiano.

Puesto que sobre los términos bella y ciao no cabe discusión en cuanto a ser demasiado políticos, centrémonos sobre el Partigiano, que es donde la cochina tuerce el rabo.

El movimiento Partigiano es un conglomerado de ciudadanos y ciudadanas de Italia, que se levanta contra la invasión Nazi y contra sus homónimos italianos liderados por Benito Mussolini, o sea el fascismo.

¿Por que digo que es un conglomerado? Porque lo forman personas de distinta ideología, cuyo único fin es liberar a su país del fascismo. Democristianos, comunistas, liberales, socialistas, Partido d’Azione, partido popular italiano, monárquicos, anarquistas, etc., se unen para luchar contra la ocupación Nazi y la República Social Italiana de Mussolini, que de república tenía poco, de social menos y la única verdad es que era italiana. O sea, todos a una contra el fascismo.

Que alguien me diga, por la clámide de Tiberio, donde esta el peyorativo político de la canción.

Es el himno de todos contra el fascismo y si alguien quiere una definición actualizada sobre lo que es el fascismo, que busque la interpelación de Pedro Quevedo Iturbe a Santiago Abascal, cuando su moción de censura…. Pero si hasta el PP italiano estaba en el ajo de la «Partigiania»

Que lo relatado de la parte italiana, lo desconozca Pablo Moto, solo da la medida de cuales son sus limitaciones como presentador. Que lo desconozcan Pablo López, Antonio Orozco y Luís Fonsi, a fin de cuentas, no son italianos, pero que lo desconozca Laura Paussini, es un error imperdonable.

Dicho esto, solo me asalta una duda:

¿Si no es por ideología, por que es?

¿Por miedo a perder clientela? ¿Por quedar bien?

La pelota, en su tejado.

LA RECETA.-

Fosforitos.-

Ingredientes.-

1 Berenjena grande

150g de Harina

4 cucharadas de Maizena

Agua

1 cucharada de sal

Miel de palma de la Gomera.

Virutas de jamón ibérico

Aceite de oliva.

Vamos al invento.-

Pelamos la berenjena y la cortamos en rodajas de medio centímetro, más o menos.

a continuación cortamos las rodajas en palitos de la misma medida.

Ponemos a remojar los palitos en abundante agua con la cucharada de sal.

Despues de una hora, sacamos los palitos y los escurrimos muy bien en papel de cocina.

Ahora ponemos las dos harinas en una bolsa de plástico y echamos los palitos para que se rebocen bien.

Calentamos el aceite a 150ºC más o menos, pera que no se queme demasiado la harina y freímos los palitos hasta que estén crujientes, detesto crocante.

Escurrimos los palitos («fosforitos») en papel de cocina y los pasamos a una bandeja. Rociamos con la miel de palma en finos hilillos y regamos por encima con las virutas de jamón.

Se puede decir que esto, si no fuera por la miel de palma, es un antipasto de lo mas italiano.

Hacía rato que el zoológico del pasillo andaba revolucionado. Primero fueron dos voces poco conocidas a la que se sumó una tercera cuyo idioma era inconfundible, a la par que entendible, por cualquier animal de peluche que se precie. De hecho, fue el perro detective, el primero en exclamar:

  • ¡Hay un momó!

Ciertamente, se trataba de una momó, acompañada de sus porteadores que, nada más llegar, se pusieron a la tarea de adaptar el terreno a las necesidades del minúsculo ser.

El león, al que le temblaban cada una de las garras, juntas y por separado, acertó a balbucear interrogante:

  • ¿Vendrá a vernos? Mientras los felinos ojos se le salían de las órbitas.

El leopardo, más veterano en el lugar, miraba de soslayo, mientras ronroneaba.

  • No se… no sé.

A lo que el minúsculo oso polar, recién llegado al lugar, respondió.

  • Seguro que viene a vernos. Todos sabemos el cariño que nos tienen los momoes

Me han dicho que en la familia hay un exmomó llamado Jorge, al que le encantan los peluches.

En esas conversaciones andaba el pleno del zoo, cuando empezaron a sonar otras voces, más conocidas, aunque hacía tiempo que no se escuchaban por el lugar.

Eran los porteadores mayores. Dijeron, después de los saludos que se dedican los humanos, que faltaba gente por llegar y, esto ya era la repanocha y el despelote, venia otro momó.

Pasó un buen rato. Casi habían perdido la esperanza, cuando por la puerta del pasillo apareció la silueta inconfundible de la primera. Al encenderse la luz, se confirmaron sus sospechas.

Era Gara que, con su aire de turista accidental avanzaba con la mirada puesta en un animal al que reconoció al instante. ¡Era la viva imagen de su disfraz! ¡Era un león!

No hace falta decir que el animal fue adoptado de inmediato y pasó a sentarse con el abuelo porteador, pero detrás del león salieron el leopardo, el perro detective y hasta el minúsculo oso polar llegó al salón cuando apareció el momó más pequeño al que llamaban Pablo, aunque a Pablo, lo que mas le gustaba era observar con sus dos preciosas linternas oculares. Mas que mirar parece que iluminaran lo que veian.

Los animales no salían de su asombro. Allí estaban, además de los momoes y sus respectivos porteadores, Lucía y Jorge que, seguían teniendo porteadora a pesar de haber abandonado hacia un buen tiempo la momoescencia. El leopardo los recordaba muy bien. Ellos habían dormido en la casa y se habían paseado por la senda de las zapateras.

El leopardo que era el más veterano, los recordaba bien a todos, excepto a los dos momoes, que eran nuevos para la totalidad del zoo y eran los que habían desatado el jolgorio y la estampida.

De la misma forma que empezó, de forma gradual, la sinfonía coral fue disminuyendo hasta quedar en un dúo rutinario de viejos porteadores, que fueron conduciendo cada cosa a su sitio y cada animal a su echadero. Solo quedó en el aire en tintineo del cristal y el run run del lavavajillas.

Hace un momento, mientras tecleaba este relato, sentí la mirada del león clavada en mi espalda y, al girarme, me pareció percibir un leve temblor emocionado. Tal vez sería porque el que estaba temblando de la emoción por la noche vivida era yo.

Si les digo que, en las próximas líneas, voy a escribir sobre el Nuestra Señora de Las Mercedes, habrá personas a les que le suene a chino mandarín o similar.

Para empezar, les diré que se trata de una Fragata de la armada española, construida en los astilleros de La Habana y botada en 1786. Dicha nave, estuvo operativa hasta el 5 de octubre de 1804 cuando, en un acto de piratería al más puro estilo británico, fue hundida frente al cabo de Santa María, en el golfo de Cádiz.

Si a pesar de ello, la cosa sigue sin sonarles, les diré que sobre la historia del expolio de sus restos por parte de los filibusteros de Odissey, construyó Alejandro Amenábar, La Fortuna.

Un barco que partió del puerto de Montevideo el 9 de agosto de 1804 y rindió viaje 208 años más tarde en la base aérea de Torrejón.

El expolio del Nuestra Señora de las Mercedes fue perpetrado con autorización y alevosía, pues el Odissey Explorer contaba con todas las bendiciones del gobierno español, además de estar apoyado por políticos quintacolumnistas a los que importaba más el provecho personal, que los intereses del estado.

Que cada cual decida si le interesa saber quién era presidente del gobierno español en esa época y cuanto le importaba al jefe del estado el expolio del pecio.

Lo cierto es que, a pesar da la espectacularidad del caso, las casi seiscientas mil monedas de oro y plata recuperadas, no son más que la punta un iceberg llamado “Expolio arqueológico español”

Fueron las tropas de Napoleón, durante la guerra de la independencia, las primeras que se entregaron con afición al saqueo de cuanto castillo, palacio, convento, iglesia o hacienda, encontraron en su camino y, visto lo sucedido hasta la fecha, no me extrañaría que también hubieran contado con sus propios quintacolumnistas arqueológicos.

Quien, si contó con el apoyo y la influencia del gobierno de la época, a nivel de ministro, fue el corsario disfrazado de hispanista Arthur Byne que, durante la dictadura de Primo de Rivera, expolió el patrimonio arquitectónico español y se lo llevó a Estados Unidos piedra a piedra.

Su historia es un cúmulo de actos vandálicos con el único fin de venderlos al mejor postor, que solía ser el magnate de la prensa estadounidense Williams Randolph Hearst

A pesar de ello, fue condecorado en España, por su contribución a difundir la cultura española.

Extraña manera de difundir la cultura, diría yo.

En cualquier caso, lo del expolio arqueológico en España, no ha parado y en la actualidad, existen auténticas mafias que se dedican a perseguir los descubrimientos de cualquier naturaleza, para robarlos y venderlos a coleccionistas sin escrúpulos.

Si tu lectura ha llegado a esta coma, quiero que decirte que mi interés no está en darte a conocer con detalle la situación de la arqueología en España, sino incitarte a empujar la puerta que da acceso al conocimiento de este mundo y después, que lo compartas, a ver si de una vez por todas, tomamos consciencia de que el patrimonio cultural es algo de que pertenece al pueblo y debemos ser los primeros defensores.

LA RECETA. –

No te cuento que los ingredientes están medidos, porque te engañaria.

El caso es que puse un vaso de leche entera en un calentador, la lleve a punto de ebullición, le eche 3 cucharadas de mantequilla, un vaso de harina y revolví bien hasta que se formó una masa compacta. A continuación, fui añadiendo huevos y revolviendo, de uno en uno, hasta contar tres. Mezclé 150 gramos de bacalao previamente desalado con una cebolleta, cuatro ramitas de perejil y tres ajos, bien picados. Se lo eché todo a la masa y lo fui friendo en bolitas del tamaño de una cucharada de postre colmada… Y ese fue mi almuerzo

Me hace gracia la gente que usa, a modo introducción, frases como “A estas alturas de mi vida” u otras de similar rimbombancia. Tal vez yo mismo la haya usado alguna vez.

Lo cierto es que, si me paro a pensarlo, no sé a qué altura de mi vida estoy, pues siempre me parece estar al principio de algo y al final de nada. Por momentos, a pesar de lo vivido, me parece que soy un recién nacido mental.

Tengo la extraña sensación de que, en el fondo de cualquier certeza, existe una duda razonable.

Una de las realidades poco cuestionables, que mantengo como seguras, es la ser canario.

A pesar de haber emergido a la vida en un lugar tan inhóspito como la Punta Palomas de 1950, por raigambre, por costumbres y por bagaje vital, soy canario y, uno de los grandes privilegios de serlo es que pude nacer donde me dio la gana, sin perder un ápice de mis raíces.

Estaría feo que, ahora me dedicara a ensalzar las bondades y los encantos de este pueblo al que pertenezco con orgullo y que me otorga el derecho de representarlo en las mejores condiciones.

Dejemos a parte algunas verdades inmutables como la obligación de tomarte el café que te ofrecemos, aunque sea colado con calcetín o la de comerte esa montaña bíblica que hay en el plato de invitado.

Para muestra, un botón:

Cuando ese volcán sin nombre al que todo el mundo quiere bautizar y para mi sigue siendo el volcán “Cabro-nazo”, empezó a escupir lava, desde cualquier punto de Canarias empezaron a llegar cosas, hasta que los responsables tuvieron que decir:

  • Paren de mandar coño, que ya no tenemos donde guardarlo.

Seguro que más de una y más de uno, se lo quitaron de sus necesidades para ayudar, porque esa es otra de las cualidades del canario. Si el techo de tu vecino se moja, te olvidas de las goteras del tuyo para ayudar.

Podría seguir enumerando hechos, pero no quiero dar lugar a que me llamen ombliguista, chovinista o cualquier otro ista de esos que vuelan en la literatura. Por eso quiero acabar este “minipost” con un hecho destacable por lo poco usual y mucho menos en el ámbito político.

Me refiero al cierre de filas de todos los partidos políticos, dejando aparte a las bandas de revanchistas ultramontanos, que se materializó en el parlamento de Canarias en torno al Gobierno.

Mientras que, en Madrid, una banda de trileros, tahúres y fulleros ideológicos, niegan el pan y la sal a cualquier avance progresista, en Canarias, un grupo de personas de distinta ideología y con credos varios, han hecho política de estado y han dado su apoyo a los y las que gestionan nuestros dineros, para atender las necesidades de los afectados por el volcán.

¿Somos o no somos?

LA RECETA. –

Cuentan que la ensaladilla rusa o ensalada Olivier, era una preparación de diferentes ingredientes sancochados, cocidos, hervidos o como usted diga, a los que acompañaba una especie de mayonesa en el centro del plato. Harto, el señor ruso, de ver cómo la gente lo revolvía todo, en vez de ir degustando cada cosa por separado, les ahorró el trabajo y servía la cosa ya mezclada.

Yo he ido acomodando el plato a mi gusto personal y con relativa facilidad me sale la que viene a continuación

ENSALADILLA RUSA. ¿Cuál va a ser? La mía

Avituallamiento para 6 estómagos agradecidos. –

4 Papas grandes, sancochadas con la cáscara

150 grs de aceitunas verdes, deshuesadas

2 Cucharadas soperas de alcaparras.

6 huevos sancochados.

1 Zanahoria (150 grs + 0 -)

1 Cebolla roja, lo más tierna posible.

1 Manojo de perejil, sin los tallos

2 Latas de melva

18 langostinos hervidos al dente.

Para la mayonesa. –

1 Vaso de Leche entera a temperatura ambiente

2 ½ Vasos de aceite de girasol

½ Vaso de aceite de oliva

1 Ajo

Sal y pimienta negra, al gusto

Cuando tengo previsto hacer ensaladilla, procuro empezar desde el día anterior, dejando todo lo que deba pasar por el fuego, hecho y en la nevera.

Pico en *brunoise   la cebolla, la zanahoria, las alcaparras, las aceitunas y los langostinos. Lo mezclo todo en un bol y le rocío el zumo de una lima grande o dos pequeñas. Bien tapado, se va macerando durante la noche.

También aprovecho para hacer la mayonesa y dejarla enfriándose en la nevera

En un vaso alto ponemos la leche, los dos aceites el ajo, la sal y la pimienta. Batidora a cien mil y listo. Si sale muy espesa, se puede aligerar añadiéndole un poquito de leche.

Alegría que llegó el día. En un recipiente grande, echamos los ingredientes que estaban en maceración cítrica y le soltamos tres o cuatro cachetones de mayonesa, revolviendo bien. Poco a poco iremos añadiendo las papas que habremos picadas previamente, en daditos lo más pequeños posible, al tiempo que añadimos cucharaditas de perejil bien picado y las latas de melva desmenuzadas. Cuando la mezcla este homogénea y adquiera un aspecto marmolado, la ponemos en una fuente y adornamos con notas de color verde y rojo

Con demasiada frecuencia, vemos, oímos y callamos como lerdos carneros, ante expresiones de “yutuber”, “intagramer”, tictoquer” u otras clases de “gilipoller”, refiriéndose a nuestros políticos como “políticos de mierda”.

Alguna vez con razón, pero la mayoría de ellas, con argumentos de “influidores” de parvulario.

En el fondo les importa un carajo lo que dicen, porque detrás de su pretendida sinceridad, solo se encuentra el deseo de acumular “me gusta” que posteriormente se convertirán en el dinero que les lleve a vivir en Andorra, Gibraltar o el aurífero principado monegasco.

Entiéndanme. No es que yo esté en contra de las nuevas tecnologías de la información. De hecho, fui uno de los pioneros en la introducción de estas en la escuela. De lo que estoy en contra, pero de forma frontal y a punto de choque de trenes, es de tanto cantamañanas y vendedores de humo, que buscan el aplauso fácil de la masa más o menos adormecida.

Dentro de esta mesnada de creadores de tendencias, conozco a pocos que se dediquen a despertar conciencias, mientras que son legión quienes de dedican a crear ejércitos de zombis con el dedo presto para seguir sonando la caja registradora del bocachancla de turno.

Forman un amplio abanico que abarca desde el que está en “primero de “Garicano”, hasta la que usa a sus hijos menores para grabar su desfase neuronal y venderlo como si de una tesis doctoral se tratara.

Un día, mientras compraba tinta para la impresora, comentaba con un amigo de la tienda, sobre la proliferación de estas “uber, amer, oquer y encer” y el daño que estaban haciendo a mentes en pleno desarrollo. Otro empleado de la tienda intentó rebatir mis argumentos diciendo que, a su hijo de 9 años, le había venido muy bien convertirse en “yutuber” para desarrollar su capacidad para expresarse. Lo que no supo decirme es si eso le había servido para mejorar en su crecimiento sociocultural. Lamentablemente se había quedado en la fase “es que habla muy bien por el micro sobre los videojuegos que usa”

Resulta sospechoso que la “tropa en cuestión”, sea tremendamente intransigente con los que legislan con un gramo de sensatez, pero el cambio tenga una moral bastante relajada con los corruptos y defraudadores. Tal vez sea porque estos últimos, se asemejan más a su modus operandi.

Por todo lo comentado, quisiera plantearle unas preguntas a quienes intentan igualar el resero en lo tocante a nuestros políticos:

¿No sería mejor referirnos a ellos y a ellas con nombre y apellidos?

¿No sería más práctico citar los aspectos a los que nos referimos?

Porque si medimos por el mismo rasero, corremos el peligro de dar argumentos a los que piensan que es mejor vivir sin democracia y a lo peor llegamos a la conclusión de que tenemos unos políticos de mierda, porque son elegidos por ciudadanos de mierda.

LA RECETA. – MI CARNE DE CABRA

Empezaré diciendo que no me gustan los tornillos. Por eso, cuando voy a hacer carne de cabra, le pido al carnicero una pata trasera y le digo que me la deshuese, conservando uno de los huesos para el hervor previo.

Ahí van los ingredientes de la recta:

2Kg de carne de cabra

1 Hueso de la pata

1 Pimiento pintón grande

1 Cebolla grande o dos pequeñas

2 Cabezas de ajo

1 Hoja de laurel

Tomillo, orégano y romero al gusto

1 Vaso de aceite de oliva

1 Cucharada de pimentón dulce

1 vaso de tomate triturado

1 Pimienta potente o sea PPM

Y…. Una botella de cava de esas que se quedaron sin usar en Navidad.

Lo primero que hice, fue darle un hervor de 20 minutos en la olla a presión, a la carne junto con el hueso. Mientras fui picando en dados la cebolla y el pimiento, pelando las cabezas de ajos y dándoles su pasadita con el soplete.

En el caldero donde se iba a producir el evento, puse el aceite, los vegetales y las cabezas de ajo, junto con las especies. Como es preceptivo, al final añadí el pimentón y a continuación la botella de cava enterita. En serio, enterita, porque estábamos tomando cerveza.

La dejé un ratito para que evaporara el alcohol y una vez escurrida la carne, la eché al caldero junto con el hueso. El resto fue mérito del caldero. Fuego bajito, taza de agua a mitad de la cocción y el tiempo que se tarda en leer un libro o ver una serie de TV.

1.- HABITÁCULOS Y GUARIDAS.

1.1.- EL EXTRAÑO CASO DE LA TUBERÍA INVISIBLE. –

Corrían los últimos años 60 del siglo pasado, cuando mi familia volvió a caer con los bártulos en Cádiz.

Esta vez el agraciado pueblo fue San Fernando y la guarida de turno, un conjunto de habitáculos en un edificio de la calle Murillo con el número 17 en la fachada. Allí vivíamos junto a otras familias, un número indeterminado de guardias solteros y los integrantes del servicio de información, como llamaban a una especie de policía secreta perteneciente a la benemérita.

La casa, si nos despojamos de los prejuicios derivados de su antigüedad y sucesivas modificaciones para su uso como acuartelamiento, era digna de mejor tratamiento y, como vivienda bien acondicionada, hubiera hecho las delicias de cualquier familia.

Por el portón que daba a la calle, se accedía a un patio rebosante de flores, en el que confluían todos los habitáculos del interior. ¿Las pegas? Un solo baño para todos los habitantes del recinto, la inexistencia de duchas y de agua corriente en las viviendas, cuyo único servicio, se reducía a un grifo en medio del patio.

Como escenario para un sainete de los hermanos Álvarez Quintero, hubiera estado bien, pero como realidad diaria para los que allí pernoctábamos, era una soberana mierda, cuya única responsable era la dictadura franquista y su ejecutora, la Dirección General de la Guardia Civil, a cuyo mando se encontraba el general Luis Diez Alegría, que acabó siendo jefe de la casa militar del dictador hasta la muerte de este en 1975.

El caso al que título como la tubería invisible, sucede en los últimos meses del año 1969.

Noviembre, mes en el que me incorporé al resto de la familia, fue un mes lluvioso y desagradable, al que las paredes del desvencijado patio, de vecinos uniformados de verde, recibió como esponja sedienta. Los muros festoneados de un verde musgo abundante, parecían sacados de una leyenda de Bécquer para la decoración del relato.

En uno de los descansos pluviométricos, nos pusimos a la tarea de instalar la antena del televisor. Así es, en 8 años, habíamos pasado de ver el primer televisor en una casa de Cádiz a tener el nuestro, cuyo coste era casi 2 veces el salario de un suboficial de la Guardia Civil de la época.

Salvado el paréntesis tecnológico-comercial, continuo el relato de la tubería.

Con todos los elementos a mano, me dispuse a abrir un agujero donde clavar el consabido tarugo de madera, al que enroscar el cáncamo para sujetar la antena.

Mi taladro se reducía a un martillo y un clavo de una cuarta de largo y del grueso de un bolígrafo Bic.

Aguantó la pared los tres primeros mandarriazos, como si no fuera con ella la cosa, pero al cuarto, se hundió el clavo casi hasta la cabeza y al sacarlo, manó un chorro de agua del tamaño del agujero, que duró más de medio minuto en parar.

La cosa fue de tal magnitud, que mi madre, asustada, sentenció:

-¡Acabas de perforar una tubería!

Pasados unos segundos de desconcierto, nos hicimos a coro la misma pregunta:

– ¿Qué tubería, si el agua solo llega al patio?

La razón del abundante manantial, estaba en la propia estructura de la pared. Había almacenado tanta agua de lluvia en su interior, que aprovechó el primer agujero para deshacerse de ella.

La cosa hubiera sido de anécdota, si no fuera porque en los dormitorios llovía de techo para abajo y mi familia tuvo que soportar las pésimas condiciones de la vivienda mientras nuestro padre estuvo destinado en ese cuartel.

LA RECETA. –

Por esas fechas, frecuentábamos una tienda en el camino de los astilleros de Bazán cuya dueña, la Señora Luisa,  preparaba todos los domingos una buena olla de Menudo Gaditano que, salvando las distancias, es lo más parecido a nuestros callos con garbanzas.

Es esta una receta que, hace unas décadas, había que pensársela dos veces antes de llevarla a cabo, pues su base son las fibras del estómago de la vaca y había que lavarlas a conciencia para eliminar aromas desagradables. Hoy, todo el proceso se hace en origen y se compran listos para guisar.

INGREDIENTES. –

1 Kilo de callos de ternera

400 gr de garbanzos cocidos

1/4KG de tomate triturado

1 cebolla

1 pimiento verde

6 dientes de ajo

2 chorizos de guisar

1 morcilla ibérica extremeña (las de Fregenal de la Sierra, lo mismo que los chorizos, son sublimes)

Granos de pimienta negra

1-2 cucharaditas de pimentón dulce de la Vera

1 hoja de laurel

Aceite de oliva

1 vaso de vino blanco, si es Fino, mejor.

Sal 

Yo no lo he puesto aquí, pero esto lleva un buen golpe de pimienta de la PM, porque unos callos sin su toque de picante, a mí no me cuadran, pero allá ustedes.

A pesar de la limpieza concienzuda a que son sometidos los callos, conviene darles un primer hervor y tirar el agua resultante.

 Prepárense para hacer un refrito con la cebolla, el pimiento, los tomates y los ajos.

Añadimos la pimienta negra machacada y el pimentón de la Vera. A continuación, añadimos el vino blanco y dejamos hasta que se evapore.

Hecho el refrito, añadimos los callos y dejamos que se mezclen bien para que vayan cogiendo el sabor de las especies.  Añadimos ½ litro de agua, cerramos la olla y dejamos hervir durante 40 minutos.

Apartamos del fuego, dejamos que la olla pierda presión, abrimos, incorporamos los garbanzos, completamos el agua, si hiciera falta, cerramos y dejamos30 minutos más, hasta que los garbanzos estén blandos.

A esto le pega un buen tinto fresquito o una cerveza de segunda fermentación, pero que cada quien se acomode el “beberaje” a su gusto, que el comistraje ya lo tiene diseñado.

Cuando bajaba de la azotea de mi casa, he caído en la cuenta de que el cuarto de lavado es mi espacio favorito para reflexionar. Allí, al son de los tambores, el tambor de la lavadora y el de la secadora, dejo volar la mente y surgen, como por encanto ideas, palabras añejas, situaciones y cualquier cantidad de eventos pasados o propuestas futuras.

Hoy me vino a la mente la palabra alumbramiento.

Andaría yo rondando los 16 bien cumplidos. Cuando al profesor de literatura se le ocurrió pedirnos una redacción relacionada con la electricidad. El tiempo se limitaba a la hora de la asignatura y en ese momento, mi diccionario mental iba corto de recursos por lo que, no encontrando la palabra precisa, alumbrado, use otra de la misma familia, alumbramiento.

Dado que las dos palabras comparten significado, acción y efecto de alumbrar, al susodicho profesor, le hubiera dado los mismo, pero prefirió hacerme la precisión con bolígrafo rojo y estuvo a punto de arruinar mi futuro como escritor. Menos mal que no le hice caso y por su culpa, me tienes que sufrir cada vez que suenan los tambores en el cuarto de lavado.

A veces el malvado Facebook, me llamaba con su canto de sirena internauta y me ofrecía la posibilidad de ampliar mi radio de acción social, llegando a gente de la que apenas sabía nada y que a lo peor ni estaba interesada en mis reflexiones. Son enlaces que se producen porque están conectadas con un amigo de una prima del hermano de mi pescadero. Al que solo me une el interés por los filetes de cazón que trae de vez en cuando.

Basándome en lo anteriormente expuesto, “señor juez”, hace unos días, tomé la decisión de suprimir mi presencia en cualquier red social habida o por haber en el panorama digital de este jodido planeta.

No crean que lo de jodido es para insultar a la amada Gaia, más bien es para dejar en entredicho a los que, de manera contumaz, andan fundiéndose en los lupanares de la codicia la herencia de nuestros descendientes.

Uno de los motivos que me llevaron a tomar tal medida, es el robo de tiempo al que estaba siendo sometido, de forma voluntaria, al no pararme a analizar las dos caras de la moneda.

Mi participación, más o menos activa, en las redes sociales, estaba debilitando el contenido de mi blog y el pobrecito estaba sometido a una dieta innecesaria, sobre todo si en mi intención no está hacer proselitismo de nada. Cuento lo que cuento y digo lo que digo, solo con la esperanza de que lo leas y si te gusta o no te gusta, me lo digas o no.

Con la decisión tomada, un espíritu en sintonía, me recomendó el documental “The Social Dilemma” que, sin caer en el fundamentalismo, recomiendo vivamente a quienes quieran tener otra visión del problema, suministrada por algunas de las mentes que crearon el monstruo y que intentan evitar a cualquier precio que sus allegados, se sumerjan en el océano de las redes.

Por mi parte, sigo soltando amarras, con la esperanza de que aun estemos a tiempo de reconducir los efectos de este moderno Godzilla, para que no convierta en “bioautómatas” a las próximas generaciones